
nada del mundo. Al salir a la pradera por la puerta principal de mi biblioteca, pude apreciar durante unos pocos instantes antes de que el techo se hundiese, las paredes se resquebrajasen, los cristales de las ventanas petasen y todo quedase hecho un amasijo de polvo, roca y vidrio. Aquella noche, la Dama de la noche no se encontraba presente, por la cual estaba todo a oscuras. Anduve a tientas por aquel lugar hasta con una luz dar. Empecé a seguirla por entre los árboles del bosque, hasta llegar a un claro, donde me encontré con una puerta. La abrí con temor, bajo la atenta mirada de las criaturas nocturnas, pero no vi nada, entré por ella, y tras de mi se cerró. Un flash, una ceguera, y en unos instantes se iluminó la estancia, Decidí pasar allí la noche y, para mi sorpresa, al despertar, me hallaba a día de hoy. Pude saber del cambio ya que, al despertar, hacía mucho frío, demasiado, pero, por suerte, me desperté con un bonito sombrero, miro que aún tenga el diario, me vuelvo a cargar las sillas, y me dispongo a volver a andar, con una sonrisa, ya que, por suerte, he podido dejar a mis dos eternos rivales, tristeza y estres, atrás, ahora solo me falta esperar, que pueda ver aquel ángel que me salvó pronto, para poder darle las gracias y, darle una pequeña moneda que se le cayó, no se que valor, tiene, pero seguro que es inferior de 10, por lo que puedo llegar a observar en su superficie.
jajaja
ResponderEliminarBonito relato, me gustan los sitios a los que vas, pero no creo que tenga alas, para nada. Gracias igualmente.